Mi mascota se ha escapado de su jaula

Nuestra mascota se ha escapado, ha salido de su jaula y se encuentra en paradero desconocido.

Esta situación muchas veces causa un estado de ansiedad y nerviosismo comprensible, pero la paciencia y la tranquilidad van a ser claves para hallar a nuestro animal, así que recuepere la calma, en la gran mayoría de los casos, aparece a las pocas horas.

1. Acotar el área de búsqueda
Lo primero que debemos hacer es acotar el área de búsqueda. Si el animal estaba en una habitación que siempre permanece cerrada, lo más probable es que siga allí, así que bastará con buscar en una única zona.
Si no es así, debemos mantener cerradas todas las puertas de todas las habitaciones, así cuando encontremos "pistas" de donde se encuentra, limitaremos la búsqueda a esa única zona.

2. Facilitar la salida de los posibles escondites
Es posible que antes de que advirtieramos su huída se escondiese en sitios tales como muebles, cajas o otros objetos. Por ello es importante que deje abiertas todas aquellas zonas en las que se pudiese haber ocultado. Si en algún momento pudo entrar en un mueble y cerramos su puerta, no podrá volver a salir y no lo encontratremos. Lo mismo ocurre con posibles salidas tales como bajantes de tuberías. Lo ideal sería que estuviesen cerradas y que no tuviesen acceso previo a ellas, pero si lo han tenido, es mejor dejarlas abiertas para que si salieron por allí, puedan volver a entrar.

3. Búsqueda de pistas
Para localizar la zona en la que se encuentra es necesario seguir las pistas que nos deje. Para ello, dejaremos un pequeño montoncito de comida en cada una de las estancias en las que pueda encontrarse y dejaremos todas las puertas cerradas. Cuando revisemos los montoncitos, aquél en el que falte comida será el de la habitación en el que se encuentre, por eso es muy importante que las puertas estén cerradas y no pueda moverse entre habitaciones. Otras pistas pueden ser las caquitas, bolsas roídas, cosas mordidas...

4. La caza y las trampas
Para atrapar a nuestro pequeño no hará falta una cacería salvaje, es tan simple como dejarle su jaulita abierta en la habitación en la que se encuentre. Por norma general, volverán a su casa guiados por su olor. De no ser así, cosa que ocurre muchas veces, podemos prepararle una trampa sencilla. La trampa consiste en buscar un recipiente del cual no pueda salir y ofrecerle una forma de entrar. Por ejemplo, podemos coger un cubo, taparlo con un papel que caiga al fondo del cubo con solo el peso del hámster y poner el él algo de s comida favorita. Debemos proporcionarle una forma de subir hasta el cubo, una escalera, cajas apiladas o algo similar. También podemos prescindir del papel y poner su comida favorita en el fondo del cubo, siempre y cuando haya agún material blando que amortigüe su caída y la altura sea suficiente como para que no se escape pero no para que se lesione al caer.

Siguiendo estos cuatro sencillos pasos deberíamos ser capaces de hallar a nuestro pequeño. Además, dependiendo de la especie podemos hacer otros trucos:

- En el caso de roborovskiis u otros hámsteres que viviesen con compañía, como cebo en la trampa se puede colocar a su compañero, suelen tener fuertes instintos de reunirse con el grupo.

- En el caso de los jerbos, reaccionan ante los tamborileos. Si hemos observado el comportamiento de los jerbos, habremos notado que muchas veces hacen un tamborileo con las patas traseras. Este sonido se usa para comunicarse y si imitamos con nuestros dedos el tamborileo sobre el suelo, es muy probable que el jerbo perdido nos responda tamborileando con sus patas, dándonos una idea de su localización.

Una vez hallada nuestra mascota, es muy importante tomar medidas para que no se vuelva a fugar: revisar por dónde escapó, reforzar cierres, tapar agujeros... Así como tomar precauciones en caso de una nueva fuga: tapar los posibles agujeros de huída (bajantes, salidas de agua de lavadoras, rendijas de ventilación...) o cerrar las puertas de las habitaciones.

Suerte con la búsqueda y recuerde, lo más importante es no perder la calma.

 

Leila González Izquierdo.

 

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